La osteoporosis es una enfermedad sistemática del esqueleto; consiste en una reducción paulatina de los niveles de la masa ósea que va debilitando al hueso haciéndolo más frágil y susceptible de fracturas. (Barbado, 2001; González, 2001; Ammann y Rizzoli, 2003). A medida que los huesos se vuelven porosos y frágiles, el riesgo de fractura aumenta considerablemente. La pérdida de hueso es silenciosa y progresiva, ya que no suele haber síntomas sino hasta que sucede la primera fractura.
De las fracturas más comunes asociadas con esta enfermedad, están las de cadera, columna y muñeca. Su incidencia aumenta con la edad, siendo consideradas las fracturas vertebrales y de cadera como graves, ya que pueden traer severas consecuencias para el paciente (pérdida de altura, fuertes dolores de espalda y deformidad). Hombres y mujeres (especialmente después de la menopausia) se ven afectados por dicha enfermedad que se ha constituido como uno de los problemas de salud de mayor importancia en las últimas décadas.
Afortunadamente hoy en día es una enfermedad tratable, y con la combinación de cambios en el estilo de vida y el tratamiento médico adecuado, se pueden evitarse numerosas fracturas. Su prevención se basa en el aumento de la masa ósea en edades tempranas. Por lo tanto, es necesario hacer énfasis en el trabajo de fuerza y en el aumento de la densidad ósea en niños y jóvenes, para asegurar en el futuro una mejor salud en sus huesos. (Martín, 1995).
Numerosos autores hacen referencia a la importancia de la actividad física en la infancia y adolescencia como aspecto determinante para la consecución de una mayor masa ósea en la edad adulta. Por otro lado, los especialistas recomiendan a los adultos mayores realizar ejercicios de fuerza sin sobrecargar demasiado la estructura ósea. La carga que se utilice puede ser el propio peso del cuerpo o con pesos externos (pesas o máquinas) en un programa de entrenamiento individual. Con esto tendrán grandes beneficios, pues además de que su costo es bajo, les ayudará con la estabilidad postural y en la prevención de caídas.
Aunque la realización de actividad física esta indicada como factor para contrarrestar los efectos negativos de la osteoporosis, es necesario destacar que el ejercicio físico "no evita la pérdida de masa ósea" (Ryan y Elahi, 1998, citados por Del Rio y Roig, 2001) pero sí la reduce (Lewis y Modlesky, 1998). Por lo tanto, la prescripción de actividad física en edades avanzadas debe hacerse con mucha precaución, ya que en estas edades tenemos riesgos de complicaciones.
El Colegio Americano de Medicina del Deporte aconseja:
Fuente: José Manuel N.