Los atletas básicamente acuden a zonas altas para entrenarse en un contexto de baja concentración de oxígeno, para que al regresar al nivel del mar puedan rendir mejor. Los especialistas consideran que las altitudes óptimas para realizar estos entrenamientos, fluctúan entre 1800 y 2400 metros sobre el nivel del mar, pero si los deportistas están bien adaptados, podrían entrenar en lugares un poco más altos.

Es importante resaltar que este tipo de entrenamiento genera una sobrecarga adicional en el organismo del deportista, provocando diversas modificaciones (tanto momentáneas como permanentes), por lo que es muy recomendable que sea planificado y monitoreado por un entrenador profesional, para evitar problemas en la salud del deportista. Generalmente este tipo de entrenamiento se realiza durante tres semanas para aprovechar al máximo el trabajo en la altura, sin sufrir efectos negativos en el organismo.

El principal problema al que se enfrentan los deportistas en la altura es la hipoxia. Esta es una condición producida cuando existe una disponibilidad inadecuada de oxígeno por parte de los tejidos corporales. Las montañas y otras zonas elevadas conducen a esta condición, pues a mayor altura se reducen la presión del aire y cantidad de oxígeno en sangre, lo cual hace que aparezca antes la fatiga. Siendo nuestro organismo tan dependiente del oxígeno, esto le ocasionará un estrés añadido. Por lo tanto, el organismo reaccionará generando adaptaciones agudas y aclimataciones que le permitan desenvolverse mejor ante cualquier situación donde exista una falta relativa de oxígeno.

En lo que se refiere a entrenamientos en altitud, hay dos alternativas que más consideración tienen hasta ahora:

1. Vivir arriba y entrenar abajo: Se entrena en altitudes moderadas (menos de 1000 metros) y se vive en altitudes entre los 2000 y 3000 metros. De esta forma se consigue aprovechar el efecto beneficioso de la altitud sobre la producción de glóbulos rojos, evitando la dificultad para entrenar en alturas elevadas.

2. Hipoxia intermitente: Con la idea de replicar un entorno similar al de "vivir arriba y entrenar abajo" se usan cámaras de hipoxia. En estas se disminuye artificialmente la presión parcial de oxígeno para simular la situación que se produce durante la estancia en altitud. La hipoxia intermitente es una forma innovadora de la medicina y el entrenamiento deportivo. Esta técnica es originaria de la antigua Unión Soviética en los 80´s. Se utilizó para preparar pilotos de combate y astronautas. Actualmente ha evolucionado hasta llegar al ámbito de la salud y la calidad de vida.

Fue a partir de los Juegos Olímpicos de México en 1968, cuando se trató de conseguir el 100% de los deportistas. Desde entonces se han realizado muchos estudios acerca del entrenamiento en altura. A pesar de la abundante literatura relacionada con el tema, hoy siguen de manifiesto muchas dudas, discusiones y desacuerdos al respecto. Sin embargo, también son muchos los entrenadores y deportistas que consideran este método como la panacea para el desarrollo de la resistencia.

Por José Manuel N.