Mitos de las Dietas

La alimentación es uno de los ámbitos de la vida en el que existen más prejuicios e ideas revueltas, sobre todo cuando se trata de bajar de peso. Aquí te presentamos una revisión de algunos de los mitos más comunes.

1. El pan hace engordar. Un estudio en España mostró que eliminar el pan de la alimentación hace que aumenten las transgresiones a la dieta. Si uno sabe elegirlo, incluso es un aliado para bajar de peso. El pan integral, rico en fibras y nutrientes, requiere más tiempo de digestión, por lo que la sensación de saciedad es más larga en comparación con la que da un pan de harina refinada o un pan dulce. El pan en sí mismo no hace engordar, pero la cosa cambia cuando lo combinamos con nutella, mermelada, mantequilla, etc.

2. Saltarse las comidas hace adelgazar. Privarse de alimento no tiene ningún beneficio, al contrario. Si uno se somete a un largo periodo sin comer, el cuerpo se pone en estado de alerta o supervivencia, lo que representa también una alta demanda de carbohidratos (de ahí los antojos incontrolables). Y cuando por fin ingerimos alimento, el organismo lo convierte en reserva "por si acaso" se presenta un nuevo periodo de ayuno.

3. Beber más agua de lo normal. El agua en sí misma no quema grasa ni suprime los antojos. De hecho, beberla en exceso puede provocar desmineralización y poner en peligro la vida. Lo que sí hace el agua es hidratarnos y optimizar el trabajo de músculos, fibras, glándulas y órganos. Cuando se lleva un régimen para bajar de peso, es importante estar bien hidratado, así el cuerpo puede sobrellevar mejor los cambios en la alimentación. Aquí hay una guía para saber cuánta agua es aconsejable tomar. Un dato interesante: comer con bebidas calientes evita la fijación de grasas innecesarias.

4. La toronja o pomelo "derrite" la grasa. Ningún alimento tiene ese poder, no importa qué tan agrio o amargo sea. Lo que sí hace la toronja es estimular el hígado y la vesícula y ayudar a desintoxicar el cuerpo, aporta gran cantidad de agua y vitaminas, contiene poca azúcar en comparación con otras frutas, su pulpa es una excelente fuente de fibra y reduce el nivel de colesterol en la sangre. En resumen: es un gran auxiliar cuando se está siguiendo una dieta.

5. Productos "0% grasa". Es verdad que tienen menos grasa, pero para ser medianamente sabrosos se les añaden azúcares, almidones y otras sustancias más o menos tóxicas. Además (al igual que los productos con endulzantes "0% calorías") tienen un efecto psicológico. Uno piensa: " como no tiene grasa/azúcar puedo comerme todos los que quiera". ¿Y el resto del bocado es aire? Las grasas son necesarias para el buen funcionamiento del cuerpo, pero hay que saber elegirlas y moderar su consumo.

6. Comer menos o hacer más ejercicio: da igual. En realidad no es lo mismo. La actividad física regular acelera el metabolismo de base, por lo tanto, aún en reposo, quien hace ejercicio quema más calorías que una persona sedentaria. La combinación más favorable es llevar una alimentación sana acompañada de actividad física regular.

7. Comer antes de dormir engorda. El momento elegido para dormir no cambia el aporte energético de los alimentos. ¿Irse a la cama en ayunas? (favor de volver al punto 2.) Lo más aconsejable es aportarle al cuerpo alimentos que sean interesantes nutricionalmente hablando, es decir: más frutas, vegetales, proteínas magras y granos integrales, menos azúcares, grasas y harinas refinadas.

8. Hay que evitar ciertas combinaciones de alimentos. Al parecer no hay una teoría que sustente esta afirmación... hay muchas, todas distintas, y cada una defiende su fórmula. Hay que tener en cuenta que las combinaciones no funcionan igual para todos, ya que involucran diversos factores que van desde lo cultural y lo ambiental hasta lo genético. Lo interesante sería que cada persona se diera a la tarea de averiguar las combinaciones que le hacen mejor a su cuerpo. Si comemos -en teoría- tres veces al día, al cabo de un mes tendremos 90 oportunidades para averiguarlo.

9. La dieta corta y muy estricta. Las dietas "matadoras" ponen al cuerpo en modo de supervivencia, intensificando las funciones de reserva (ver el punto 2). Por eso, cuando se vuelve al régimen alimenticio normal, no sólo se recupera el peso sino que se corre el riesgo de ganar más.

Fuente: Luza Alvarado

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